miércoles, 12 de septiembre de 2018

Historia Mínima de la Lengua Española—Lara (segunda entrada)

Después de la bella aclaración de que solamente nos teníamos que enfocar en la parte lingüística de los textos, siento que esta entrada será más pequeña en comparación a las otras que he hecho. Ya sólo hablaré sobre cambios lingüísticos y quizá añada un poquito de información acerca de la historia que llevó a esos cambios.


La entrada comienza en León en 925, cuando Ordoño II cambió la capital del reino a esa ciudad. No se sabe cómo se escribía en esa época. Lo poco que se encuentra está en un latín mezclado entre el bajo latín eclesiástico y el latín popular. Las estructuras de las oraciones eran sencillas. Ya correspondían a una sintaxis romance. Por las guerras de conquista, se da lugar al cantar de gesta La canción de Roldán, donde se relata una batalla de las huestes de Carlomagno dirigidas por el conde Rolando contra los moros de Zaragoza. Comenzaron los romances que se difundían por España contando las batallas.

El contacto con peregrinos y caballeros francos dio una influencia del romance franco sombre los romances hispánicos. Entran vocablos como homenaje, mensaje, cosiment, deleyt, vergel, fraire, monje, deán, mesón, manjar, vianda. También se favoreció el apócope en algunas palabras.

El latín bajo se conservó para documentos eclesiásticos y notariales. Pero este conocimiento que tenían poco a poco se fue perdiendo. Hubo cambios que alteraban la vocal postónica. Se esforzaban aun así de recuperar el latín para impedir la pérdida de estas postónicas. Hubo formación de la yod en /f/ y la sonorización de consonantes intervocálicas.

Hubo mucha influencia de Carlomagno, pues él impulsó el interés por la literatura. Se llegaron a copiar muchas obras antiguas latinas que habían sobrevivido a todos los hechos. Hicieron una revisiónd e la gramática latina que buscaba corregir el bajo latín. Esto condujo al latín reformado. Era una forma de restaurar el latín clásico.

No se preguntaban cuál sería la pronunciación de las palabras latinas, pues leían sin preocuparse por el sonido de las letras. Tuvieron que reformar las costumbres de lectura de los textos latinos en los monasterios y se empezaron a preocupar por la gramática.

En las Glosas emilianenses se encuentra el distanciamiento entre latín vulgar y primitivos romances. Se encontraron en el monasterio de Santo Domingo de Siles, al sur de Burgos. Se encontraban anotaciones como
bellum a pugna
criminis a peccatos
colliciti a ansiosu
inermis a sine arma.


En las glosas aparecen muchos cambios citando a Lara en la página 134 de Historia Mínima de la Lengua Española:
" k en karissimi y raramente ydolo, ydolorum, pero se encuentran martirum y presviteres en vez de martyrum, presbyter; se escribe <e> con cedilla para sustituir tanto la <ae> latina: celo, predicas, precepta, como -ae del plural en anime, angustie, doctine, y la confusión completa en eternam, en donde la primera <e> corresponde a <ae> y la segunda revela sólo la pronunciación abierta de la e tónica.
La letra jota se utiliza como escritura de <i> en principio de la palabra: <in>; perdida la aspiración de <h> latina, se lee geena, compreendet, abitat, ospitalis, abebat en vez de gehena, comprehendet, habitat, hospitalis y habebat"

No había distinción entre las letras <c>  y <z>; certe, zerte, face, cazen, dulce, endrezaran; tampoco había distinción gráfica que señale diferencias entre /s/ sorda y /z/ sonora.


También en las glosas aparecieron los artículos ela, elo, elos; dela, delos; ena, eno; aparecieron también los pronombres io, tu, nos, uso, nuestro, sua; los relativos qui de sujeto, ke de objeto y qual: los indefinidos: qualbis, alquandas.

Ésta fue de mis partes favoritas en la lectura, ya que en serio comenzaba a parecerse más a lo que hablamos hoy en día y se me hizo emocionante. El sermo rusticus estaba cada vez más alejado del latín, al punto de que ya no se entendía. Ni su construcción ni su vocabulario. Las Glosas silenses sólo eran compia de las emilianeses.

Es importante saber que la toma de Toledo marcó la época en la que el dialecto mozárabe desapareció, y el castellano empezaba a nacer. Se comenzó a manifestar en los documentos notariales a partir del siglo X, aunque todavía no tenía características propias.
En el siglo XII el castellano penetró los documentos notariales latinos. Los castellanos empiezan a considerarlo su propia lengua. En la Chronica Adefonsi imperatoris, en 1150 ya habla de "nostra lingua".




5 comentarios:

  1. http://bob-esponjaonline.blogspot.com/2014/06/video-de-entrenamiento-del-crustaceo.html

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  2. Muy interesante cómo evolucionó la lengua! Me recuerda a las clases de Gorospe
    Tu entrada está muy bien explicada y disfruté leerla, sigue así amiwo

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